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La administración del poder desde el punto de vista femenino: “Borgen”

Borgen es una serie de TV dinamarquesa del año 2010, que además de no haber perdido su vigencia y de estar preparándose la cuarta temporada de ocho episodios, guarda indisimulables paralelismos con la política nacional. Eso visto de acá para allá obviamente, puesto que esta apreciación difícilmente pueda ser defendida como reciproca.

El primer símil es que estamos hablando de mujeres en el poder; y eso siempre llama la atención ya que estas políticas  se convierten en “roadtesters” bajo análisis permanente, sobre todo de la audiencia masculina que, más allá de guardar un silencio políticamente correcto, son particularmente impiadosos a la hora de ponderar el desempeño del género femenino en actividades desde siempre consideradas de índole masculinas.

Borgen en si misma define el acotado perímetro que delimita la sede física de los tres poderes del estado en Dinamarca. La protagonista es Birgitte Nyborg, primera mujer en acceder al cargo de primera ministra en aquella nación nórdica; es muy femenina y decidida a la hora de tomar decisiones y siempre de acuerdo a sus profundas convicciones, gocen estas de beneplácito público o no. Acá el símil con nuestro país se hace evidente para muchos.

La serie deja ver la trama de presiones, intrigas, extorsiones, agachadas típicas del juego de roles políticos que se impone en todo el planeta, sea el país que fuere y todos más o menos en la misma sintonía. Pero y mucho más en un régimen parlamentario, las decisiones que se toman son todas fruto de arduas negociaciones partidarias y todas implican de una manera u otra un complejo mapa de favores, y beneficios que permiten asú avanzar en medio del cúmulo diario de inconvenientes que implica gobernar una nación.

El Trabajo del creador y director Adam Price recorre todos los intersticios de la negociación política, la dinámica del sistema parlamentario, la necesidad de las coaliciones para poder formar gobierno, repartir ministerios entre los aliados, conseguir los apoyos necesarios para aprobar las leyes necesarias o pretendidas. Bastante cercano a lo real y mucho mas que un House of Cards donde un  virtual vicepresidente (el malogrado Kevin Spacey) mata a un senador con el escape del auto o empuja una periodista bajo las ruedas del subterraneo.

En esa lógica del secretismo y el ocultamiento, la serie explora las relaciones entre los medios de prensa y el aparato de gobierno. Las competencias entre los periodistas, como se ven sometidos por los intereses de los medios donde trabajan a simular desconocer o conocer aquello que es apropiado al gobierno y recomendado a la empresa periodística en virtud del apoyo gubernativo que se expresa en dineros públicos a través de las pautas periodísticas, u otro tipo de favores y privilegios. Cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

Por último, el costado más humano está concentrado en la figura de Nyborg y su familia. La relación con su marido, con quien había pactado que cada cinco años alternarían crecimiento profesional y dedicación familiar para tener una relación armoniosa y estable; esto entra en crisis dado el protagonismo político de la primera ministra.

Ya consagrada como una de las grandes series de nuestra época, con fanáticos alrededor de todo el mundo, Borgen puede verse con fruición por aquellos que gustan de la política y por los que no, puesto que narra dramas de nuestra época, sobre todo centrados en las relaciones interpersonales y de género. La voluntad y el deseo tienen un rol protagónico en cada capítulo así como el choque entre lo posible y el deber ser, todos estos temas que han develado por siempre a la humanidad y son argumentos de no pocas tragedias y algunas comedias.

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