“Siento una satisfacción plena al estar en el aula. Ver cómo los chicos van cambiando, verlos madurar desde el hacer, crecer como personas. El conocimiento a ellos les da libertad: van a poder decidir si van a trabajar en una fábrica, seguir estudiando o criar una familia. Van a tener todas las opciones y podrán elegir qué hacer”, dijo Gisela Gómez de 35 años en una entrevista concedida a Clarín
Gisela es profesora del Instituto Provincial de Educación Técnica Nº 85 en Estación General Paz, una localidad ubicada a 35 kilómetros de Córdoba Capital.
Fue una de las dos argentinas seleccionadas entre los 50 mejores docentes del mundo en el Global Teacher Prize 2021, un premio que ya se consolidó como el “Nobel de la Educación” y que entrega un millón de dólares. Compitieron contra más de 8.000 candidatos de 121 países. En noviembre se conocerá el ganador.
Por su parte, Stelman tiene 56 años, platense de nacimiento y maestra primaria en la capital bonaerense, es la otra argentina elegida.
Ana María siempre quiso ser maestra y volcó su vocación a enseñarles a los chicos más vulnerables.
“Tengo a la docencia en la sangre, no me imagino haciendo otra cosa. Me emociona ver cuando los chicos progresan, ver que están contentos. Darles herramientas para que encuentren la felicidad. Siempre les digo: ‘lo que hagan en el futuro, tienen que ser los mejores’”, relató a Clarín.


LA ELECCIÓN DE LA DOCENCIA
Las dos docentes argentinas llegan a esta distinción por caminos muy distintos. En el caso de Gisela fue elegida principalmente por su trayectoria personal de superación, además de los logros obtenidos.
Gisela estudió bromatología en un instituto terciario, en el que se recibió a los 21 años. Recibida, el mundo laboral se le hizo cuesta arriba.
“Tenía que hacer inspecciones, el ámbito era hostil. Se me produjo una crisis vocacional”, dijo. Fue entonces que el padre de una amiga le sugirió formarse para ser profesora. Con un trayecto pedagógico complementario -de 2 años y medio- podía empezar a dar clases sobre temas relacionados a la bromatología. Y lo hizo.
“Ni bien aprobé la última materia y me recibí, renuncié a mi trabajo -en ese momento en un hipermercado- y me anoté para dar clases”, confesó Gisela.
Eso fue en 2011. Consiguió cargos para trabajar de 10.30 a 18. “Es muy positivo cuando uno puede dedicar todo el día a una misma secundaria. Se pueden hacer proyectos. Nuestra propuesta es que los chicos puedan adquirir conocimientos disciplinares vinculados con sus intereses y con las problemáticas del entorno de la localidad”, cuenta.
Entre los fundamentos para ser elegida para el concurso global están los logros que obtuvo en estos años. En 2014 los alumnos crearon dulces hechos de nopal y caramelos fortificados con vitaminas C y E, que contribuyó a equilibrar sus propias dietas.
En 2015, tomaron 245 muestras de los tanques de agua de las viviendas de Estación General Paz, las analizaron en el laboratorio escolar y verificaron que 11 tenían la bacteria Escherichia Coli, que causa enfermedades intestinales. Organizaron una campaña de sanitización de tanques y de concientización sobre este problema.
Fuente: Clarín